jueves, 18 de febrero de 2016

CARLO PETRINI

CARLO PETRINI



Carlo Petrini (* 22 de junio de 1949 en Bra, Piamonte) es el fundador del movimiento internacional Slow Food.
Tras sus estudios de Sociología en Trento se enroló en la política. Fue uno de los promotores del Gambero Rosso, suplemento mensual del periódico Il Manifesto, desde el ayuntamiento de la ciudad de Bra. Desde el año 1977 escribe en revistas italianas especializadas sobre temas gastronómicos.

Petrini fundó la Libera e Benemerita Associazione degli Amici del Barolo («Libre y benemérita sociedad de los amigos de Barolo»), que se transformará en julio de 1986 en Arcigola, colaborando aún regularmente con Gambero Rosso y la revista La Gola. El 9 de diciembre de 1989 presentó en París el movimiento conocido como Slow Food..

A continuación un extracto de una entrevista ofrecida por Carlo a La Nación, Argentina:

-Slow Food acuñó el lema de "bueno, limpio y justo". ¿Qué significa esto?
-Es cuando comprendés que la calidad no puede ser sólo organoléptica, el error en el que caen muchos al hablar de lo "gourmet". No se puede hablar de bueno si destruye el medio ambiente, sería una injusticia generacional: yo hoy como bien, mientras que los hijos de mis hijos están perdiendo biodiversidad. Tampoco se come bien si no se paga un precio justo al campesino o cuando -como pasa hoy en Italia- trabajadores africanos son tratados como esclavos. La calidad debe ser buena, limpia y justa: sin esto, no hay calidad.
                                        
-Entonces, ¿Slow Food ya no persigue el sabor?
-Claro que sí. No soy tan tonto: el placer es también justo. Pero un gastronómico que no es ecologista es en realidad un estúpido, un ignorante. Y un ecologista que no es gastronómico es triste. Esta revolución la ganaremos por la alegría, no por el sufrimiento.

-Slow Food quiere recuperar tradiciones campesinas, las pequeñas producciones artesanales. ¿Es posible eso en un mundo densamente poblado?
-Ésa es una mentira impuesta por un sistema alimentario criminal. El productivismo actual busca maximizar la eficiencia en animales y vegetales para maximizar el rendimiento. Pero esto es un ataque directo a la biodiversidad. Y aseguran que es la única manera de alimentar a todos los habitantes del planeta. Lo cierto es que hoy somos siete mil millones de habitantes en el planeta y se producen alimentos para doce mil millones. Y aun así hay mil millones que no satisfacen sus necesidades de alimento. En el futuro, seremos nueve mil millones, habrá comida para dieciséis mil millones con un 20% que pase hambre. La agricultura en pequeña escala es la verdadera respuesta al hambre en el mundo. Se trata de la soberanía alimentaria.

-¿Qué quiere decir con eso?
-Los transgénicos entienden a los alimentos como una mercancía, no como un derecho. Así, unas pocas empresas en el mundo concentran la producción de comida. La soja en la Argentina les puede dar dinero, pero no les da soberanía, por el contrario, se las quita. En 2004, Slow Food creó una red de pequeños productores, pastores, pescadores, artesanos, campesinos, cerveceros, queseros, con el nombre de Terra Madre. Cada dos años esta organización se encuentra en Turín, convocando a más de 6000 delegados de 170 países del mundo. En ellos está la verdadera soberanía alimentaria.

¿Y qué podemos hacer los consumidores de manera individual?
-No me gusta para nada la palabra consumidor. Es una palabra nacida en la Revolución Industrial, que entiende al alimento como un producto de compra y venta. Los ciudadanos tenemos mucho para hacer: evitando el enorme desperdicio que provocamos, recuperando nuestras tradiciones gastronómicas, comprando a pequeños productores sus cultivos de temporada. Es necesario saber de dónde viene lo que comemos, fortalecer la educación alimentaria, generar huertas en la ciudad. Es preciso cambiar la lógica de valorar un alimento sólo por su precio. A veces pagar más significa darle el precio justo a un campesino. En los precios baratos de la comida, hay costos ecológicos y de desperdicio que pagamos entre todos... Cuando era joven, fui a Woodstock. Pensaba que con el rock se podía cambiar el mundo. Hoy, los jóvenes que trabajan para evitar el desperdicio y promueven la cultura alimentaria realizarán un día el "Foodstock". Ahí está la posibilidad del cambio de paradigma.

Sobre Slow Food en Mesoamérica.
https://www.youtube.com/watch?v=vMz2dusvzdY

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